Vuelta del verano. Algún pensamiento de más, y nuevas huellas en sitios antes desconocidos, tanto en mi mente como en la tierra.
No existe la depresión post-vacacional, tan sólo no nos gusta lo que hacemos...y en septiembre es más deprimente porque llueve, tan sólo por eso, y porque los deseos para el nuevo año se formulan ahora, no en enero (pero eso ya los sabéis, porque desde pequeños nos hemos grabado a fuego la divisa: el año que viene lo aprobaré todo, y luego...)
Quizá ahora que aprendemos y no estudiamos las cosas cambien
«¿Cómo es posible denominar "hombre de acción" a quien por su trabajo de presidente en una empresa hace ciento veinte llamadas telefónicas diarias para adelantarse a la competencia? ¿Y es tal vez un hombre de acción el que recibe elogios porque aumenta las ganancias de su sociedad viajando a países subdesarrollados y estafando a sus habitantes? Por lo general, son estos vulgares despojos sociales los que reciben el apelativo de hombres de acción en nuestro tiempo. Revueltos entre esta basura, estamos obligados a asistir a la decadencia y muerte del antiguo modelo de héroe, que ya exhala un miserable hedor. Los jóvenes no pueden dejar de observar con disgusto el vergonzoso espectáculo del modelo de héroe, al que aprendieron a conocer por las historietas, implacablemente derrotado y dejado marchitar por la sociedad a la que deberán pertenecer algún día. Y gritando su rechazo a semejante sociedad en su conjunto, intentan desesperadamente defender su pequeña divinidad» [p.233].
Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis. Yukio Mishima